No obligues a tu hijo a practicar un deporte si no lo desea.
Es importante recordar que los niños juegan para divertirse, no para cumplir expectativas ajenas. El deporte debe ser una actividad que les guste y motive.

Fomenta el respeto por las reglas y el juego limpio.
Alentar a los niños a seguir las reglas no solo mejora su desempeño, sino que también fomenta actitudes de respeto hacia el juego y sus compañeros.

Valora el esfuerzo tanto como la victoria.
Enséñales que esforzarse honestamente es tan importante como ganar. Esta lección les ayudará a aceptar los resultados de cada partido con madurez y sin desilusión.

Convierte las derrotas en oportunidades de aprendizaje.
En lugar de criticar o ridiculizar los errores, ayúdalos a mejorar sus habilidades y a ser mejores deportistas. Cada derrota es una oportunidad para aprender y crecer.

Predica con el ejemplo.
Los niños aprenden mejor observando el comportamiento de los adultos. Aplaude no solo el buen desempeño de su equipo, sino también el del contrario. El respeto mutuo es una lección clave que trasciende el campo de juego.

Respeta las decisiones de los árbitros.
Evita cuestionar públicamente las decisiones de los árbitros o poner en duda su honestidad. Estos también forman parte esencial del juego y merecen respeto.

Apoya la eliminación de abusos físicos y verbales.
Contribuye a crear un ambiente seguro y respetuoso, promoviendo la erradicación de cualquier tipo de abuso en el deporte infantil.

Reconoce la importancia de los entrenadores voluntarios.
Los entrenadores dedican su tiempo y esfuerzo para ofrecer a los niños una actividad recreativa. Su trabajo debe ser valorado y apreciado.

Ayuda a tu hijo a entender las diferencias entre el deporte infantil y el profesional.
Explícales que los partidos que ven en televisión o los juegos de adultos son diferentes de los que ellos juegan. Lo más importante es que disfruten el deporte a su propio nivel.