Juega por el placer de hacerlo, no para complacer a otros
El deporte debe ser una fuente de disfrute personal. La motivación interna y la satisfacción de superarse a uno mismo son los verdaderos motores del éxito, no la presión externa de padres o entrenadores.
Juega de acuerdo con las reglas
Las reglas no solo hacen que el juego sea justo, sino que también protegen la integridad de todos los jugadores. Respetar las normas garantiza un entorno competitivo y seguro.
Nunca discutas las decisiones del árbitro
Los árbitros son imparciales y están ahí para asegurar el juego limpio. Discutir sus decisiones no solo muestra falta de respeto, sino que puede afectar la moral del equipo.
Controla tu carácter, evita gesticular
El autocontrol es clave en el deporte. Evitar las reacciones exageradas y mantener la compostura ayuda a tomar mejores decisiones bajo presión.
Esfuérzate por tu bien y el de tu equipo
El éxito de un equipo está directamente relacionado con el esfuerzo individual. Al dar lo mejor de ti, ayudas a que todos mejoren.
Sé buen deportista, aplaude los buenos momentos
La deportividad implica reconocer los logros de los demás, tanto de tus compañeros como de los oponentes. Aplaudir el buen juego fortalece el respeto mutuo.
Trata a los demás como te gustaría ser tratado
La empatía en el deporte es esencial. Al tratar a tus compañeros y rivales con respeto, creas un ambiente más armonioso y justo.
Recuerda que el propósito es divertirse
El deporte es, ante todo, una actividad recreativa. Aunque la competencia puede ser intensa, nunca debemos olvidar que el objetivo principal es disfrutar.
Coopera con entrenadores y compañeros
El deporte es una actividad colectiva. La cooperación y la comunicación con todos los involucrados es vital para que el juego sea posible y efectivo.
Participa del «tercer tiempo»
Aunque esta expresión es típica del rugby, simboliza la importancia de compartir momentos de camaradería más allá del campo de juego. Fortalece los lazos entre jugadores y fomenta el respeto.
Haz amigos jugando
Las victorias y derrotas son pasajeras, pero las amistades que surgen del deporte pueden durar toda la vida. Apreciar y valorar estas relaciones es uno de los mayores beneficios de participar en actividades deportivas.